Mazda CX-3, la puerta de acceso de la firma japonesa a la gama SUV

Siguiendo el camino marcado por la mayor parte de los fabricantes de automóviles en los últimos tiempos, Mazda no ha querido perderse el tren de los vehículos encuadrados en el segmento SUV, todocamino, o crossover, y tras la presentación hace años del Mazda CX-7, y posteriormente de su sustituto, el CX-5, la última incorporación a la gama ha sido el CX-3, que puede considerarse con el vehículo de acceso a este codiciado segmento que tantas satisfacciones viene dando en lo relativo a ventas y cuota de mercado a muchas marcas automovilísticas.

Y no cabe duda que en Mazda lo han hecho por la puerta grande, ya que han conseguido un producto con una gran calidad en lo referente al acabado, algo a lo que ya nos tiene acostumbrado la marca japonesa, con un excelente comportamiento dinámico, y una más que aceptable habitabilidad interior. A todo esto hay que unir un consumo medio de cinco litros en carretera, mientras que en el circuito combinado; carretera, montaña y ciudad, tan sólo necesita alrededor de un litro más, sin duda una cifra realmente contenida para un automóvil de estas características.

Como venimos diciendo el Mazda CX-3 se encuadra de lleno en el segmento SUV, es decir, vehículo a medio camino entre el turismo, el deportivo y el 4×4, que nos permite circular con total comodidad tanto por carretera como en el tráfico de la ciudad, ayudado sobre todo por su posición de conducción elevada, e incluso aventurarnos por pistas y carriles, siempre que estos estén en un estado aceptable y, por supuesto, no tengan mucha dificultad; piedras, barro o nieve, ya que en este caso no hay que olvidar que nos encontramos con un vehículo alto, pero con tracción delantera, al menos en la unidad probada, y ruedas poco especializadas para estos menesteres (existe la opción 4×4). A pesar de todo, y teniendo en cuenta el uso que normalmente le dan los propietarios a este tipo de automóviles, con esporádicas y puntuales salidas al campo en el mejor de los casos, tampoco hay que pedirle mucho más.

Exteriormente nos encontramos con una carrocería de cinco puertas con una línea afilada, con el frontal típico de la familia Mazda en los últimos tiempos, y un agradable aire deportivo y juvenil, algo que ya nos va dando una idea del público final al que va dirigido este automóvil. Las llantas de aluminio en 18 pulgadas, destacan con unos pasos de ruedas de generosas dimensiones con protectores en plástico negro que contribuyen a reforzar el aspecto exterior y deportivo del vehículo.

Espacioso en su interior, tanto en las plazas delanteras como en las traseras, con capacidad para alojar cinco adultos con toda comodidad, tan sólo llama la atención la reducida capacidad del maletero, 350 litros, ampliables a 1.260 litros con los asientos traseros abatidos, sin duda un handicap para familias numerosas que piensen viajar, aunque claro, los responsables de la marca japonesa habrán pensado que para ese tipo de cliente ya se encuentra el CX-5, el hermano mayor de la familia SUV de Mazda, con bastante más amplitud interior.

El acabado interior, al menos en la unidad probada, es de una berlina de gama alta, con acabado en cuero negro, tanto en los asientos, como en determinados elementos del salpicadero, combinado con detalles en rojo, en puertas, consola central, difusores del aire, así como en costuras, que le confieren un aspecto deportivo y a la vez elegante.

Una vez situados en la posición de conducción, cómoda y de fácil reglaje, llama la atención un reloj central circular analógico que marca las revoluciones del motor, quitando protagonismo al habitual reloj de velocidad, que, en este caso de tipo digital, pasa a ocupar un discreto segundo lugar justo debajo del anterior. A ambos lados de éste encontramos el resto de información de utilidad como son los kilómetros; totales y parciales, consumo medio, nivel de combustible, velocidad de crucero, etc.

También llama la atención la pantalla Head Up Display, que viene de serie en acabado Luxury, una de las primeras en este segmento, y que ofrece datos de conducción en tiempo real como velocidad, indicaciones del navegador y alertas de seguridad activa de una forma clara y cómoda para el conductor.

El centro del salpicadero aloja la pantalla multimedia, donde se encuentra la información relativa al sistema de audio, navegación, aplicaciones, mantenimiento, etc. Cuando insertamos la marcha atrás éste display conmuta a la visión de la cámara trasera, algo muy útil a la hora de realizar maniobras.

Esta sistema, habitual en los modelos que actualmente conforman la gama Mazda, se maneja desde un mando situado entre la palanca de cambios y el freno de mano, en el puente central. Por encima de estos elementos quedan las entradas USB, toma de corriente 12 voltios, el alojamiento para la tarjeta con la cartografía del navegador, la entrada del reproductor de CD´s y los habituales mandos del sistema de climatización.

Para los amantes de la música, hay que destacar el sistema de sonido premium Bose con siete altavoces, incorporado de serie en acabado Luxury, el primero que monta Mazda en el segmento B y que ha sido desarrollado específicamente para las dimensiones interiores del CX-3.

Sin duda, durante el test de prueba desarrollado nos sorprendió gratamente el propulsor, un motor diésel de 1.5 litros Skyactiv que rinde 105 CV a 4.000 rpm y 270 Nm entre 1.600 y 2.500 rpm, asociado a una caja de cambios manual de seis relaciones, y más que suficiente para mover con soltura el vehículo, y con un consumo realmente contenido, que, como venimos comentando, durante la prueba estuvo rondando los cinco litros.