La Historia de Abarth
Hace más de un siglo Carlo Abarth apoyó la producción de componentes especiales y la transformación de las prestaciones para las actividades deportivas. Su gran idea fue la de brindar a la gente la posibilidad de vivir a diario la pasión por los coches y las carreras. Gracias a Abarth el coche deportivo se convirtió en un sueño alcanzable. Se puede considerar como el inventor del concepto de transformación en el campo de la automoción.
Carlo Abarth nació en Viena en 1908, con veinte años ganó sus primeras carreras montado en una Motor Thun y al año siguiente construyó su primera moto personalizada con la marca Abarth.
Durante una carrera en Linz, un grave accidente le obligó a abandonar las motos, pero siguió compitiendo con sidecar, vehículo que precisamente él encumbra gracias a empresas como el desafío con el tren Oriente Express que ganó. Un segundo grave accidente en 1939 le obliga a renunciar a las carreras.
En 1945 se trasladó a Merano y tras una corta experiencia en Cisitalia, fundó la Abarth &C en 1949. El primer vehículo producido fue un 204 A Roadster, derivado de un Fiat 1100, que ganó el campeonato italiano 1100 Sport y el de Fórmula 2.
Abarth tuvo la brillante idea de combinar la actividad de las carreras con la atención por el gran público y comenzó a realizar los kit de transformación para vehículos de serie que aumentaban la potencia, la velocidad máxima y la aceleración.
Gracias a la experiencia adquirida años antes en las motos, los silenciosos de los tubos de escape Abarth eran un producto tecnológicamente avanzado. Los primeros prototipos tenían un tubo central de sección constante y pasos laterales de fibra de vidrio, y suprimían todos los diafragmas para contener al máximo la compresión de los gases. Un sistema sencillo, pero innovador, que dio a sus productos una clara ventaja en términos de prestaciones y un sonido sordo y completo inconfundible. En pocos años, la Abarth & C. alcanzó niveles mundiales: en 1962 fabricó 257.000 silenciosos con una plantilla de 375 personas, el 65% se destinó a la exportación.
Son dos los elementos de fundamental importancia que determinaron el éxito de los componentes y kit Abarth: una inteligente campaña publicitaria y la actividad de carreras. De hecho, Carlo Abarth introdujo técnicas de marketing y comunicación que aún se utilizan hoy en día. Baste decir que, para convencer a los conductores a quitar su silencioso de serie e instalar uno Abarth, concibió una inteligente campaña de publicidad centrada en una elegante presentación del producto. Anunciado con un lenguaje nuevo y revolucionario en los principales periódicos, el silencioso se presentaba en las versiones negro mate y cromada, y se ofrecía a un precio mucho más alto que el de la competencia (4500 liras contra un máximo de 2000 liras). Sus colaboradores al principio escépticos con esta estrategia, pronto cambiaron de opinión: el éxito fue inmediato y extraordinario. Las primeras 50 unidades se realizaron para el Fiat «Topolino».
El auge de la marca alcanzó su punto máximo a finales de los años cincuenta y a lo largo de todos los años sesenta. Carlo Abarth construyó el mito del Escorpión con una dedicación absoluta y una actividad casi frenética.
En 1956, con un Fiat Abarth 750 carrozado por Bertone, la marca batió un récord de duración y velocidad: el 18 de junio, en el circuito de Monza, batió el récord de las 24 horas, cubriendo 3743 km a una velocidad media de 155 km/h. Después, del 27 al 29 de junio, en el mismo circuito lombardo, encadenó varios récords: los 5000 y 10.000 km, las 5000 millas y también las 48 y 72 horas. El éxito tuvo un reconocimiento internacional: incluso el influyente periódico alemán «Das Auto Moto Und Sport» en el número 15 del 21 de julio de 1956 dedicaba la portada al Abarth 750. Zagato carrozó el mismo vehículo en dos versiones diferentes: el Fiat Abarth 750 Zagato (1956) y el Fiat Abarth 750 GT Zagato (1956). El 11 y 12 de mayo de 1957, en la 24 edición de las Mille Miglia, participaron nada menos que 20 coches del Escorpión en la clase 750 y de estos, 16 terminaron la carrera.
El eco de este vehículo llegó incluso a los Estados Unidos: Franklin Delano Roosevelt Jr., hijo del presidente de los EE.UU., se apresuró a viajar a Italia para firmar personalmente con Carlo Abarth un acuerdo de exclusividad para la distribución de estos vehículos. En 1958 Abarth llevó a cabo una auténtica obra maestra en el nuevo Fiat 500, transformando totalmente el pequeño utilitario y destacando al máximo su potencial. El mismo año se volvió cada vez más estrecha su colaboración con Fiat, que se comprometió a entregar premios en metálico a Abarth en función del número de victorias y récords que la escudería era capaz de lograr. Un evento que constituyó la base del palmarés que ha ido acumulado la marca: 10 récords del mundo, 133 récords internacionales y más de 10.000 victorias en circuito.
Los años 60 fueron la década de oro de Abarth. Decir «Abarth» significaba decir «velocidad», «valor», «prestaciones», «transformación». Y es realmente larga la lista de vehículos que han grabado el nombre Abarth en la historia del automóvil: desde el 850 TC, que ganó en todos los circuitos internacionales incluido Nürbrugring, hasta el Fiat Abarth «1000 Berlina» y el 2300 S, que en el circuito de Monza encadenó una extraordinaria serie de récords a pesar de las malas condiciones climáticas.
A partir de 1971, Abarth pasó a ser propiedad de Fiat Auto y el último vehículo en cuya realización participó activamente el fundador de la marca fue el A112 Abarth. En los años 80 la historia continuó con vehículos célebres como el Fiat 131 Abarth, campeón del mundo de rally, y el Ritmo Abarth. Carlo Abarth murió el 24 de octubre de 1979.