Fiat Freemont el gran desconocido
El Fiat Freemont es el producto resultante de la unión de Chrysler y Fiat, curiosa mezcla sin duda. De esta forma, tenemos un automóvil comercializado por una marca de “consumo” como es la italiana, que desde luego no se caracteriza por hacer automóviles de alto standing, ya que para eso ya está su “hermana” Lancia, pero con un acabado en todos los aspectos de segmento medio-alto. Esta percepción se nota nada más entrar, ya que en ningún momento tenemos la sensación de estar en un Fiat, bueno, realmente, no lo estamos, ya que está realizado o derivado del Dodge Journey.
Si hacemos un poco de historia, el Fiat Freemont fue presentado en el Salón de Ginebra y, fabricado en la planta mexicana de Toluca, comenzando su comercialización en la segunda mitad de 2011.
Cuando hablamos del Fiat Freemont estamos hablando de un monovolumen de casi cinco metros de largo (489 cm), por dos de ancho (188 cm) con 7 cómodas plazas, y que por si fuera poco deja espacio más que aceptable en el maletero, algo muy de agradecer en automóviles enfocados a viajar y disfrutar del ocio y tiempo libre, y en este aspecto, hay que tener en cuenta que, aunque suelen ser tracción delantera, podemos tener la opción de disponer de sistema de tracción AWD, es decir, 4×4, si a esto le unimos una más que aceptable altura, y un buen recorrido de suspensiones, tenemos un vehículo bastante exclusivo, ya que combina la comodidad y confort de una berlina, con la habitabilidad de un monovolumen y la capacidad de tracción de un SUV. Pocos vehículos ofrecen esta combinación.
De alguna manera, el Fiat Freemont me recuerda y mucho a la Chrysler Voyager, que fue un claro exponente de monovolumen multipropósito, que se defendía bien en prácticamente cualquier situación.
Posiblemente el punto fuerte del Fiat Freemont es el orden de marcha en carretera. Bien sonorizado, muy estable, y con un consumo “razonable” para un vehículo de estas características. En ciudad se mueve con soltura, con una gran visión sobre el tráfico, el problema lo encontramos a la hora de estacionar dado su tamaño, momento en el que agradecemos los sensores de aparcamiento.
En pistas, a pesar de sus dimensiones y peso es noble de conducir, ayudado en buena medida por sus suspensiones y bajos del motor, y en terrenos de baja adherencia el sistema AWD cumple su función de manera muy aceptable. Lógicamente no se trata de un todoterreno, pero sí nos permite adentrarnos en pistas y carriles, con barro o nieve, sin mayores dificultades. Posiblemente, para un uso offroad más específico sería recomendable montar unos neumáticos más especializados en estos menesteres.
En el interior buen acabado, sin percibir el “aire Fiat” en ningún momento, todo lo contrario, materiales de calidad, ensamblado muy correcto y un elevado número de funciones y extras, como por ejemplo el techo eléctrico, salida de aire acondicionado regulable a las plazas traseras, portaobjetos debajo del asiento del copiloto, portaobjetos en el maletero, etc .
En lo relativo a motorizaciones dispone de un abanico que va desde el 2.0 multijet diésel, de 140 y 170 CV, hasta el 3.6 gasolina V6 de 276 CV.
Si queremos optar al sistema de tracción AWD, tendremos que decidirnos por las potencias más altas, 170 CV en diésel, o 276 CV en gasolina, asociadas a la caja de cambios automática. El propulsor gasolina y su cambio automático asociado son de la familia Pentastar, del Grupo Chrysler, mientas que los demás propulsores y cajas de cambio son producidos y desarrollados por Fiat Power Train.
En resumidas cuentas nos encontramos con un vehículo que por ser Fiat, a pesar de su origen Chrisler, y estar encuadrado en un segmento medio alto ha pasado más desapercibido de lo que se merece. En lo relativo a equipamiento, acabado, capacidad, versatilidad y prestaciones me sorprendió bastante. Su “target”, o su cliente final ideal, podría ser el de una familia acomodada, que le guste viajar, en especial a la montaña, con niños y mucho equipaje, que quiera pasar desapercibida y con las ideas muy claras de lo que necesita.